Cuba mi nostalgia día a día

Azucala - Melba Mercedes Almeida

Todos los poemas y las palabras tiradas al aire.
Son propiedad de su autora
Melba Mercedes Almeida – Azucala.

A veces el tan solo hecho de escribir me ayuda tanto.
No es que siempre me viene la musa,
pero cuando me llega me viene de a pecho.
Montándome en su nubarrón encantado.
Enseñándome que siempre hay un motivo para ver y creer en el mañana.
Mi musa es africana, gitana, china, española.
No me habla en mil idiomas, ni en lenguajes extraños.
No tiene barreras culturales, ni problemas raciales.
Mi musa no tiene horario, pues con ella no existe el tiempo.

"Mi musa es un Marabú enconado"

Vive la vida creciendo,

crece mientras va naciendo,

nace de mis suspiros, suspira cuando me río.
Entre las olas del mar yo la noto bailando.
Pues el río cauteloso de ese campo Cubano

le dio a mi musa la gracia de vivir en etapas.


Es que mi musa extraviada es un paisaje Cubano.
Mi musa viene con los amigos

que me voy encontrando al pasar de la vida y los años.
Ella es mi vida, lo que alimenta mi alma.
El día que me llegue el último suspiro,

ella se irá conmigo o se quedara esperando.
A que venga otro soñador a su paraje encantado.


Donde sobrevivo ..!

miércoles, 16 de febrero de 2011

Poemas de un Güije travieso enredado entre las hojas de un tabaco





Escribo lo que el alma dice cuando me desvelo
entre sollozos lejos de mi orbe.
Extrañando lo que tuve y ahora no está.

Es cuando comienzo a aprender a apreciar, a valorar.
Me voy haciendo de experiencias
mientras me hago más adulta.
Sin poder hacer nada para impedirlo llega la madurez.

Así voy pasando de etapa a etapa,
aprendiendo de cada una lo hermoso,
y lo horripilante que aconteció
cala el alma de enseñanzas
para no volver a caer.

Escribo lo que me llega de mi numen encantado,
cuando susurra a mis oídos en la noche.
Cuando el corazón ebrio de melancolía
llora a oscuras donde nadie le ve.

Cuando los amigos que me encuentro en esta vida concebida
me ayudan a llevar la nostalgia que sé que de vez en cuando
se hace pesada en mis espaldas.

Le escribo a mi bella hija que tanto quiero,
a mi familia de allá, de aquí, de tantos lados.

A esas tías que siempre tuve, a las que voy encontrando.
A mi padre, que de él heredé su musa delirante ante su ausencia.

A mi vieja linda que desde muy lejos vela por mí.
Gracias a todos por dedicarme un tiempo
y leer lo que guarda el Güije en su corazón.

Gracias, mis queridos amigos, por estar